Descripción
En el Nuevo Testamento se demuestra, sin lugar a dudas, que Jesús fue un judío que no quiso fundar ninguna nueva religión ni Iglesia, que no se creyó hijo de Dios y que tuvo como mínimo seis hermanos carnales.
Los propios Evangelios cuestionan dogmas católicos básicos al mostrar que los apóstoles, por ejemplo, no creyeron en la divinidad de Jesús ni en la virginidad de María ni en la resurrección. La figura del Papa pierde su autoridad cuando se conocen las artimañas que la posibilitaron, máxime cuando Jesús repudió expresamente el sacerdocio profesional. El cristianismo adquiere otro tinte cuando se comprueba que sus fundamentos no proceden de Jesús sino de Pablo.
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